La mesa de los pecados capitales es una pintura medieval de 1485 (ver imagen de arriba). En el centro, El Bosco puso a Cristo como corresponde a la visión del mundo dominada por la Inquisición. Para dibujarlo, tomó un círculo que tenía la forma de un ojo. Para El Bosco el círculo era El ojo de Dios y Cristo su pupila. Luego, lo rodeó con otra circunferencia más grande divida en siete. En cada celda pintó los pecados capitales. Los biógrafos de El Bosco opinaron que los aros concéntricos fueron inusuales para un artista de su tiempo. Sin embargo, todas sus miniaturas —no solo este cuadro— están plagadas de recursos inusuales, de información, paisajes, vestimentas, utensilios, detalles y escenas que narran más de lo que describen. La organización del espacio en los cuadros de El Bosco sigue siendo una materia de análisis y una característica que lo acerca a la gráfica de hoy.
El Atlas Mnemosyne de comienzos del siglo XX es otro ejemplo para pensar en imágenes como narraciones visuales. Aby Warburg comenzó su trabajo en 1924 y lo siguió hasta su muerte. En él recopiló imágenes casi sin textos para contar la historia de la memoria de la cultura europea. Otra vez la narración y la casi imposible tarea de visualizar una historia de más de dos mil años. Finalmente, lo logró. En un plano negro, con imágenes cuidadosamente seleccionadas y con la decisión de editar cada momento desde el año cero. Si se pudiera resumir en pocas paradas una —si se quiere— posible historia de las imágenes que construyen relatos, no deben faltar los estudios de Edward Tufte y las piezas quirúrgicas de Francesco Franchi. De la misma generación es Aaron Koblin.
Este artista digital es director creativo de Google. Koblin administra la información de una manera original y su estilo para ordenar datos, clasificar y editar la realidad lo llevó a elaborar un tipo de arte que se exhibe en los museos. Parte de su trabajo se puede ver en el V&A, el MoMA y el Centro Georges Pompidou. Sus incursiones en la visualización de datos comenzaron en 2006 cuando estrenó su Flight Patterns por el que obtuvo el premio de la National Science Foundation a la mejor pieza de visualización de la ciencia. En una de las recientes reuniones TED, Koblin adelantó algunas ideas sobre el futuro de los datos. Para él, el siglo XXI será el “siglo de las interfaces”, con el mismo grado de cambios que le trajo el cine al siglo XX y la novela al XIX. La tarea de “visualizar” aparece como una de las actividades centrales para los próximos años. Sus incumbencias parecen estar definidas por la visualización de datos junto al crowdsourcing (relacionado con el diseño participativo) y el cine interactivo.
En 2014, diCom dedicó su workshop a la edición de contenidos, con un apartado para reflexionar sobre la visualización de datos. Durante las clases teórico-prácticas, los alumnos trabajaron sobre la traducción gráfica de los contenidos, como una herramienta básica para administrar la información y plasmarla en una idea visual. Ignacio Basello, Hernán Bazán, Manuel Schifani y Esteban Solari, alumnos del segundo año de la Maestría, trabajaron sobre la idea del «Elogio del dispositivo pos-panóptico. Elige tu propio control». El objetivo de la pieza gráfica apuntó a las tecnologías interconectadas y a los dispositivos de geolocalización. Basello, Bazán, Schifani y Solari quisieron mostrar lo que estos gadgets provocan en las personas y en nuestro entorno a través del monitoreo simultáneo.
Los autores explican que “somos los nuevos actores de nuestra propia vigilancia, gracias a la ilusión controladora que emerge de la idea global de inseguridad, excitada por el mercado y la participación en las redes sociales, que nos dan la posibilidad de elegir (consumir) nuestro propio control.” El resultado fue una pieza que toma el concepto de Zygmunt Bauman sobre los dispositivos pos-panópticos. El apartado de “los controles sociales” generado por los autores, aporta una entrada original al problema con un tratamiento gráfico contemporáneo (los colores, las escalas, los iconos), además de elaborar una paleta pictográfica que aparece en los pequeños detalles. El concepto de Bauman se desarrolla en el tiempo y en el espacio. La lectura es clara y plantea una buena relación con el lector.
Iván Cosentino, Paula Ramos y Daniela Sánchez presentaron “Obsolescencia programada”. La idea de la pieza era mostrar en un solo plano cuánto tiempo tardamos en consumir productos y cuánto en descartar sus envoltorios. Como explican los autores, muchas veces el consumo queda relegado a un deseo que nunca se realiza y el producto termina siendo basura acumulada en el fondo de la cartera. Los objetos de uso cotidiano que nos acompañan en la vida diaria viajan en nuestros bolsos por mucho tiempo hasta que decidimos descartarlos. El ejercicio trató de identificar los recorridos de esos objetos descartables y la relación que establecen con los usuarios. Para la pieza, los autores hicieron una búsqueda adicional sobre una gran variedad de datos extras con los que generaron apartados temáticos como la pastilla “Ecología y sustentabilidad”, en la base de la infografía, que muestra los usos de la tarjeta Sube. Se trabajó sobre distintas tipologías gráficas como las barras, tortas y flechas que ayudan al desarrollo visual de la información y que cooperan con el lector al optimizar la lectura con títulos, bajadas y descripciones que ordenan el relato.
Mónica Arbeláez López, María Cristina Baranlloni Lagos, Beatriz Salazar Jiménez y Carla Sarli Rodríguez diseñaron «Mujeres al borde de un ataque de objetos». Las autoras explican su idea: «Nuestra infografía pone en valor el desborde objetual de la cartera que lleva una mujer urbana contemporánea. Una mujer precavida ante las eventualidades cotidianas hace de su cartera un universo complejo en cantidad de elementos». Después de catalogar y cuantificar el contenido de las carteras de las cuatro integrantes del grupo, las autoras crearon siete categorías de objetos. Luego se clasificaron a ellas mismas según el tipo de bolso que tenía cada una. Así, surgieron cuatro perfiles de mujer: tecnológica, coqueta, pragmática y equilibrada. La pieza quería involucrar lúdicamente a los lectores con un test donde las lectoras pudieran medir su “índice de ataque de objetos” y desde ahí definir su propio perfil “carterópata”.
«Mujeres al borde de un ataque de objetos» es un buen ejercicio de traducción de datos. Se propuso una editorialización de la información en línea con los temas que se trabajaron a lo largo del workshop. Además, apostaron a una idea interesante: la de tomar el título de una película de Almodóvar (Las mujeres al borde de un ataque de nervios) que con humor genera un guiño con el lector. La pieza está atravesada por ideas principales, secundarias y mínimas, con una jerarquización variada de la información. Y tiene una doble entrada: por un lado, la información describe el estado de saturación y acumulación y el tipo de relación que establecen las mujeres con los objetos cotidianos. Por el otro, se propone un juego para medir el índice de “carteropatía”. El juego gráfico es interesante ya que se logra una pieza limpia y clara aunque el tema central sea el de una mujer totalmente desbordada, que lucha por organizarse.