MAESTRÍA
DISEÑO COMUNICACIONAL
FADU • UBA

Artículos |

Color, movimiento y legibilidad

María Margarita Chague fue una arquitecta argentina, alma máter del posgrado en Diseño Comunicacional, diCom. Esta investigadora se ocupó durante años de las relaciones entre la visión y la legibilidad, la tipografía y el color, temas a los que le dedicó gran parte de sus escritos. Hoy la recordamos con este artículo sobre la experiencia de mirar.

Publicado en diCom 2015 | Publicación original 7° Congreso Argentino del Color, Argencolor 2004 (FADU-UBA)

René Descartes, "L'homme et un traitte", estudios de la visión (fuente: Wellcome Library, Londres)

René Descartes, «L’homme et un traitte», estudios de la visión (fuente: Wellcome Library, Londres)

1. Introducción

Los estudios sobre legibilidad consideran que tanto el color como el movimiento influyen en la detección y la comprensión de los mensajes y por ello se han considerado, desde el comienzo de la vida, vitales para la supervivencia del hombre. Durante la última mitad del siglo pasado se sostuvo que estas dos variables serían independientes ya que se sabía por la electrofisiología que eran procesadas por dos diferentes organizaciones neurales denominadas parvo y magno, por el tamaño de sus células. Recientemente, al comprender los mecanismos de integración con los que cuenta la corteza ya no se habla de una completa independencia, como se explicará a lo largo de este estudio. Para comenzar, recordemos que tanto el color como el movimiento presentan tres variables que deben conjugarse dentro del propio continuo y entre continuos para ser efectivas. En el caso del movimiento estas son: dirección, orientación y velocidad, las cuales en conjunto producen sobre la retina un flujo de señales temporales que permiten codificar el movimiento. Otro tanto pasa con el color: su luminosidad, longitud de onda y saturación lo definen inequivocadamente dentro del espacio cromático.

El interés por analizar la interacción del color con el movimiento data de la década del 80 y surgió cuando se observaron los efectos de propagación del color que producían las luces de neón. Este hecho originó más de un trabajo. Algunos de ellos sugerían que un movimiento a un determinado tiempo puede afectar la percepción del color y viceversa. Justamente Dobkins y Albright (1993) han demostrado con un simple experimento fácil de repetir, que la percepción del movimiento afecta al color aún en ausencia de cambios de luminosidad (figura 1).

Figura 1: Estímulos empleados por Dobkins y Albright (1993). Un rojo y un verde, a igual luminancia, ocupan las porciones oscuras y claras respectivamente. Las bandas 1, 2 y 3 se trasladan horizontalmente a pasos iguales en la dirección indicada por la flecha.

Figura 1: Estímulos empleados por Dobkins y Albright (1993). Un rojo y un verde, a igual luminancia, ocupan las porciones oscuras y claras respectivamente. Las bandas 1, 2 y 3 se trasladan horizontalmente a pasos iguales en la dirección indicada por la flecha.

Esta experimentación dio lugar a una nueva pregunta: ¿por qué las bandas de la figura 1 parecen moverse hacia la derecha o la izquierda si solo se aplica una dirección? Esto sugirió que el canal parvocelular, que procesa la información cromática, podía afectar el canal magnocelular que es sensible al movimiento (Beckers y Zeki, 1995). Luego, los trabajos realizados por otros y aún por nuestro equipo, han confirmado este aserto y por ello hoy la independencia de canales pasa a ser considerada solo a niveles iniciales del proceso visual, al punto que ya no se considera el color como una entidad independiente y, si bien este enfoque dificulta su medición, es más realista. Con esta certeza, reforzada por la invasión de textos e imágenes en movimiento a las cuales diariamente estamos sometidos, el objetivo del presente estudio, es analizar dos estrategias del sistema visual ante: I) el tratamiento independiente y jerarquizado de la información de color y movimiento en las primeras etapas del proceso visual, y II) la combinación de señales en los niveles superiores de corteza. La variable analizada es la legibilidad de diferentes textos que permite además comprobar el poder interactivo entre señales internas y externas de la corteza estriada, lideradas por la atención.

2. Detalle y etapas experimentales

El tema propuesto se indagó empleando mensajes digitales en movimiento, cromáticos y acromáticos utilizando la familia tipográfica Frutiger Black, cuerpo 14. Durante la experimentación se emplearon frases de similar longitud y nivel de comprensión. Las mismas se presentaron sobre la pantalla de una computadora personal empleando el programa Macromedia Flash versión 0.5. Participaron de los experimentos 50 estudiantes universitarios que presentaban una visión normal con una edad promedio de 22 años. Los observadores respondían por la legibilidad de los textos empleando los siguientes adjetivos: alta, media, baja y nula legibilidad. En la primera y segunda sesión experimental, la velocidad de movimiento varió entre 1 y 4 segundos, empleando 12 frames (o cuadros) por segundo. En la tercera sesión, se trabajó a 5 segundos y con frames variables entre 40 y 100 por segundo. Respecto al observador, el tamaño de la letra tenía un grado de ángulo visual. Los textos se presentaban sobre la pantalla de una PC, de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda dentro de un entorno oscuro. Las frases fueron rodeadas por un gris medio a fin de no deslumbrar al observador con el brillo de la pantalla.

Figura 2: Ver la explicación en el texto y en la figura 3

Figura 2: Ver la explicación en el texto y en la figura 3

3. Resultados y discusión

La figura 2 resume los datos obtenidos en la primera sesión experimental y permite analizar la legibilidad de textos estáticos y en movimiento. Los datos experimentales junto a los valores de contraste empleados se indican en la figura 3 mediante referencias iguales a las de la figura 2. Nótese que en la figura 3, para cada condición 1, 2 y 3 se propone una relación de contraste diferente que se mantiene constante dentro de cada fila de cada columna tanto para la situación acromática (a, b, c, d, e) como cromática (f, g, h, j). Luego, el total de funciones analizadas, convenientemente identificadas por las letras, suman 10 para cada sector y la columna de la figura 2. Nótese que la columna de la izquierda presenta los textos en forma vertical de arriba abajo, mientras que la siguiente columna los presenta horizontalmente de derecha a izquierda. Por último, la variable de contraste viene generada por los fondos ya que la luminosidad de los textos o figuras se mantiene constante dentro de cada columna, pero variando de una a otra.

Esta primera experiencia reveló que: I) los textos varían en legibilidad según las condiciones experimentales; II) presentan un comportamiento más regular cuando son acromáticos; III) el color aumenta la legibilidad del texto en movimiento, menos cuando el contraste es débil; IV) la legibilidad está en relación inversa a la longitud del texto. Otras observaciones particulares señalan que la mejor legibilidad se obtuvo con colores semi oponentes rojo-verde (situación 2, figura 2) y textos que se dirigen de arriba abajo. Una segunda sección experimental, figura 4, volvió a verificar la influencia que fondos altamente luminosos tienen sobre los textos debido a un efecto inhibitorio que aumenta el contraste de aquello que se considere «figura». Nótese que en este caso, el fondo se mantuvo constante y los textos variables. Una tercera sesión, figura 5, indagó la influencia de los frames. Manteniendo una velocidad constante de 5 segundos y variando el número de frames (o cuadros) por segundo, se observó que la legibilidad aumenta en relación directa al aumento de los cuadros. Por último y a lo largo de la experimentación, se observó por momentos una clara expansión de color que dificultaba las mediciones.

Figura 3

Figura 3

Figura 4: Datos obtenidos en la segunda sesión. Ver la explicación en el texto

Figura 4: Datos obtenidos en la segunda sesión. Ver la explicación en el texto

La influencia del número de frames —que responde a la Ley de Korte (1915)— es analizada por Grossberg (1998) y colaboradores, mediante filtros sensibles a los cambios de luminancia. Estos son parte de un modelo que simula como captarían el movimiento las células transitivas de la retina. La importancia asignada a los cambios de luminancia refuerza la experiencia diaria y esto se debe a que el movimiento ilusorio o real de un objeto se destaca principalmente por la detección de sus bordes al cambiar de posición. (Ver, Pescio et al).

Figura 5: Datos obtenidos en la segunda sesión. Ver la explicación en el texto

Figura 5: Datos obtenidos en la segunda sesión. Ver la explicación en el texto

4. Efectos del color sobre el movimiento

Como se ha comprobado, el color influye en el movimiento. Al comienzo de este escrito hablamos de cómo expandía el color las luces de neón. Shipley y Kellman (1994) eligieron para un trabajo similar al que se presenta en este artículo, la combinación de un color con un elemento acromático notando que el azul es más efectivo que el verde cuando se trata de producir una expansión de color convincente, pero menos efectivo que el verde para lograr bordes definidos. El verde es también mejor que el rojo para lograr igual efecto. Este tipo de expansión ha sido explicada por Hoffman (2004) refiriéndose a la mayor proporción de conos sensibles al rojo y verde, que es 2:1, siendo los conos azules menos densos que los verdes (Nerger y Cicerone, 1992). En nuestra experimentación, estas observaciones se reflejan —como se ha explicado anteriormente— en la mayor regularidad de la situación 2, de la figura 2 que emplea un par oponente rojo-verde. De igual modo, pueden extraerse otras conclusiones observando las figuras, tarea que dejaremos para una etapa posterior.

Para terminar, nos gustaría plantear la siguiente pregunta: ¿por qué nos interesa la posible expansión del color? Indudablemente, para la legibilidad esta situación no es aconsejable al igual que no lo es la disparidad estereoscópica: la expansión vela las señales próximas y la disparidad las disocia. En ambos casos, se está en una situación de disconfort o en una de sorpresa que retarda la lectura.

5. Conclusión

Como un resultado preliminar, podríamos concluir diciendo que en las tareas de lectura, cierta cantidad de movimiento puede superar el aporte del color, ya que disminuiría los tiempos de acomodación de la lectura. Por su parte, el color aglutina la forma y refuerza la atención colaborando con la legibilidad. Por ello, en textos cortos o simplemente isótopos, el movimiento no sería necesario pero sí el color (Chague y Mattiello, 1999). Respecto a la velocidad del movimiento se puede afirmar que las altas velocidades dificultan el reconocimiento ya que excede el tiempo propio de la memoria de trabajo, momento en que se gesta la comprensión. En estos casos, las imágenes quedan a un nivel próximo al umbral, no pudiéndose reconocerse como mensaje sino solo como ruido. Recordemos que después de reconocer un estímulo dentro de una secuencia, la presencia de un segundo estímulo queda debilitada por aproximadamente 500 ms, el lapso de tiempo considerado como una oscilación de la atención (áttentional blink) que supedita la capacidad de individualizar el segundo estimulo y de no sumarlo al primero (Johnston, S. J. et al, 2005).

Por último, nos referimos a las variables indagadas para analizar si en el hombre —un tema que aún sigue en discusión— el color y el movimiento corresponden directamente a las áreas anatómicas V4 y V5 descriptas para los primates. Sin duda, estas dos modalidades se analizan desde la retina y si bien la integración de estas variables se hace a niveles superiores, no sabemos con seguridad qué ocurre durante todo el proceso de análisis. Por ejemplo, si bien el área V5 tiene que ver con el movimiento no tiene que ver con la forma que lo pone en evidencia. Schiller (1996) ha demostrado que personas con lesiones en esta área pierden la sensibilidad al movimiento pero no a la forma que se mantiene estática. Como vemos hay muchas dudas que deben ser investigadas en profundidad. Por ello, la psicofisica y, aún más, la cognitiva necesitan apoyarse en otras disciplinas —como por ejemplo el diseño— para arribar a resultados más certeros.

Bibliografía