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La travesía de la forma

Un nuevo libro sobre el diseño argentino y latinoamericano: “La travesía de la forma. Emergencia y consolidación del Diseño Gráfico (1948-1984)”, de la socióloga Verónica Devalle.

Publicado en diCom 2009 | Publicación original Sección Cultura de la Agencia de Noticias de la República Argentina (TELAM), 25 de marzo de 2009

Una renovada perspectiva sobre la historia del diseño en nuestro país

El reciente libro de Verónica Devalle —presentado por Leonor Arfuch, Christian Kupchik y Daniel Wolkowicz, el pasado mes de mayo en la FADU—, pone en cuestión la historia oficial del diseño argentino y latinoamericano. Su enfoque novedoso se ubica en un espacio vacante en los estudios sobre la cultura visual de nuestro país.

El libro recorre, en forma inédita, un amplio panorama de la historia del diseño (del diseño gráfico en particular) desde 1948 hasta 1984, año preliminar al surgimiento de las carreras de diseño en la Universidad de Buenos Aires (1985). En este contexto se explican cómo fueron las condiciones necesarias para el surgimiento del Diseño Gráfico. Por un lado, la crítica a la concepción decimonónica del arte, realizada por las vanguardias plásticas del país; por el otro, la llegada de la vertiente moderna de la Arquitectura. Ambas cuestiones que comienzan a problematizar el dominio de la forma, ya no regida sólo por un canon estético sino productivo y tecnológico. Si bien éstas fueron situaciones necesarias para el surgimiento del campo del Diseño Gráfico, “no alcanzan a explicarlo del todo”, señala la autora.

El diseño gráfico bajo una mirada no tradicional, el artículo de Julieta Grosso que se publica a continuación, presenta las distintas perspectivas que Verónica Devalle trabajó en el libro, en donde analiza no sólo la dimensión estética, sino la técnica, la simbólica, la económica y la política.

El diseño gráfico bajo una mirada no tradicional

En La travesía de la forma, la investigadora Verónica Devalle plantea una historia del diseño gráfico en la Argentina que cuestiona los abordajes tradicionales sobre esta disciplina y documenta su surgimiento a partir del rol que tuvieron las vanguardias artísticas de los años 50 y 60. Desde que comenzó a examinar toda la bibliografía disponible sobre el tema, esta Licenciada en Sociología y Doctora en Artes por la Universidad de Buenos Aires detectó que los trabajos sobre historia del diseño proponían un recorrido cronológico por los objetos y las técnicas que por lo general aparecía disociado de su marco histórico.

“La travesía de la forma”, de Verónica Devalle (2009)

“Los trabajos que se hicieron hasta ahora sobre historia del diseño estaban vinculados a la producción de objetos, aspecto que no está mal pero termina siendo insuficiente. Siguiendo el modelo de un conjunto de investigaciones de historia del arte, mi objetivo no fue hacer una historia de los objetos sino una historia de las concepciones sociales que producen determinados objetos”, dijo Devalle a Télam. “Esa diferencia hace por ejemplo que el diseño deje de ser pensado desde la prehistoria con la producción manual de imágenes para ser vinculado con la modernidad, es decir, con el momento en que cambia una concepción filosófica y cultural de la sociedad que abandona la artesanía por la idea de manufactura”, explicó.

El otro punto que Devalle contrarresta en La travesía de la forma es la concepción del diseño gráfico como disciplina subsidiaria de la arquitectura. “Lo que intento es cuestionar la derivación directa del diseño gráfico respecto de la arquitectura, en un momento en que tiende a pensarse que todos los diseños derivan del pensamiento proyectual que se centra en ese campo”, indicó. “Si bien hay una filiación y una vinculación muy importante con la arquitectura moderna, el libro vuelve a poner en escena la herencia de las vanguardias plásticas y en especial del constructivismo soviético”, aclaró Devalle.

La hipótesis central del libro —recién editado por Paidós— es que el diseño gráfico no admite una única filiación artística: “Tampoco se trata de herencias de disciplinas sino de marcos de época que van marcando la disponibilidad de una sociedad para que surja una determinada disciplina”, explicó. “Por un lado, están las vanguardias del Arte Concreto en particular y la figura de Tomás Maldonado, vital para el diseño gráfico. Por el otro, está toda la renovación de la arquitectura moderna. Todo eso enmarcado por la impronta cultural de los 50 y los 60”.

“Los años 50 están dominados por un imaginario industrialista mientras que los 60 están asociados a los servicios y a la comunicación: la aparición de la televisión como hecho masivo, la revolución de la fotografía, el cine de vanguardia y la llegada a Buenos Aires (y otras grandes capitales del país como Rosario, Córdoba y La Plata) de la publicidad”, analizó Devalle. ¿Cómo influye este cambio de imaginario que identifica a cada época en la consolidación del diseño gráfico? “En los 50, década del industrialismo, el diseño era pensado en términos de diseño industrial, mientras que en los 60 se pasa a pensar en el diseño de una manera comunicativa que sienta las bases para el diseño gráfico”, señaló.

“Esta interacción con el contexto social explica por ejemplo cómo en los 90 el diseño industrial cayó en forma alarmante mientras que el diseño gráfico se reconvirtió a la par del mercado de servicios con un sesgo neoliberal”, ejemplificó la autora. El diseño gráfico nacional atraviesa en la actualidad por un período de expansión que lo pone en sintonía con el plano internacional: la invasión de diseños en la vía pública, la presencia contundente de la gráfica en los medios de comunicación y la llegada de empresas multinacionales del rubro al país, son algunos de los factores que abonan este tiempo de esplendor.

“Esta explosión de la gráfica permite hacer lecturas políticas —no en el lenguaje convencional en el que concebimos la política— sobre conflictos sociales, desigualdades, proyectos colectivos o formas de ser en el mundo. Creo que una de las cosas más interesantes del diseño gráfico es que habla de una manera brutal sin decir una sola palabra”, opinó Devalle.