El cuerpo: ¿la gran posesión o el gran otro?, ¿el anclaje a un exilio terrenal o al campo de experimentación para pulsear por el milagro de la vida? «El cuerpo es imagen», afirma Jean Marie Schaeffer, pero ¿cuál es la imagen del cuerpo? Transitaremos esta búsqueda a través de las interpretaciones de lo carnal que hizo el arte a partir de tres etapas diferenciadas: el «modelo de Dios salvador» (intangible), con el arte barroco como su mayor expresión; el «modelo humano» propio del Iluminismo y del Humanismo (1750-1800), caracterizado por Hegel y su «derecho de la libertad subjetiva como punta de inflexión y diferencia entre la Antigüedad y la época moderna». Y por último, el «modelo interior» (poshumano), nacido a la luz de la revolución tecnológica que le entrega al hombre, a fines del siglo XX, la posibilidad de alterar sus designios genéticos. Este devenir indaga las distintas características del yo que habitó y habita cada uno de estos modelos con sus apariciones e hibridaciones: imagen y semejanza de Dios; realidad, mera apariencia a través del yo, y finalmente, un yo que accede a lo carnal para arribar al mayor interrogante de la posmodernidad y del llamado poshumanismo: ¿Espera la humanidad un final apocalíptico? ¿Las nuevas tecnologías profundizan la alienación humana y se convierten en el mayor riesgo en la búsqueda de un destino de realización? ¿Existe una suerte de ADN, de agujero negro en el pensamiento, inexpugnable e inexpresable que le garantiza al hombre la elección de su destino final? A los afectos de esta tesis llamaremos a este final interfaz subjetiva.
Este texto corresponde a la síntesis de la Tesis de Maestría realizada para la obtención del título de Magíster en Diseño Comunicacional.