Desde el descubrimiento del daguerrotipo, la imagen se convirtió en una herramienta de reproducción de la realidad. A partir de esta nueva tecnología, la fotografía permite documentar la realidad a través del tiempo. La fotografía post-mortem, como género en sí mismo, recupera la instancia del “esto ha sido”, adquiriendo un valor especial frente a la desaparición del referente, en otras palabras, patentiza la intensidad de lo que fue y que ya ha muerto.
En el contexto social, la fotografía post-mortem adquiere relevancia a fines del siglo XIX, entendida como ejercicio común para los que podían acceder a este servicio, un negocio muy difundido en esa época. En este sentido, es interesante analizar el rol que desempeña el fotógrafo como creador de una estética bien definida que se vale de elementos fotográficos y visuales que adquieren una significación discursiva especifica.
Este texto corresponde a la síntesis del Trabajo Final Integrador realizado para la obtención del título de Especialista en Diseño Comunicacional.