En su seminario Arte y cultura visual, la profesora Marcela Gené introduce algunas de las nociones centrales del historiador de la cultura Carlo Ginzburg (Turín, 1939). En esta oportunidad, explica lo que él llama paradigma indiciario. Según el autor, esto es la “observación meticulosa y obsesiva de aquellos rasgos que un pintor no controla de manera consciente”. Pensemos en Miguel Ángel pintando una de sus Sibilas: prestemos atención a la pose, a las manos, a la expresión. En estos elementos, dirá Ginzburg, hay aspectos que Miguel Ángel pinta mecánicamente sin prestar demasiada atención. Estos lugares son los lóbulos de las orejas, los dedos de una mano, aquellas zonas que salen del control del artista. El paradigma indiciario explica que hay un “control consciente” sobre la obra y “partes que se escapan de manera inconsciente», pero que finalmente son los mejores indicios para conocer el estilo del autor. Se trata de esos lugares no controlados por el artista.
¿En qué se basa Carlo Ginzburg para elaborar esta idea? En el trabajo de tres investigaciones importantes. La primera es la de Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes, la segunda es la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud y la tercera es la historia del arte de Giovanni Morelli. Los tres son médicos y su propia formación le permite a Ginzburg pensar en esos lugares que quedan fuera de la contemplación y del control del artista y que son, de manera obsesiva, aquellas zonas en las que más se reconoce el estilo del autor.