El año pasado, la firma sueca IKEA, ofreció una solución para los refugiados en Grecia. Con un diseño que aporta una mejor calidad de vida en relación a las carpas de lona, típicas del camping, la única vivienda a la que puede acceder un refugiado en la actualidad. La idea de diseñar un refugio inteligente fue de la organización social sueca Vivienda para Todos, un emprendimiento sin fines de lucro de la IKEA Foundation. Para este proyecto, trabajó con la UN Refugee Agency. En septiembre pasado, se instalaron 500 refugios en Lesbos, la isla que recibió a millones de refugiados de Siria, Irak, Afganistán y otros países en guerra. Cada refugio diseñado por IKEA, se puede instalar a mano con unas pocas herramientas. Märta Terne, de Vivienda para Todos, afirma que aún estas moradas son económicamente poco viables, aunque si se mira a largo plazo, es una solución más barata si se la compara con una carpa de camping: la mayoría de los refugiados sin que los gobiernos resuelvan sus problemas, viven en los campos de refugiados bajo las carpas de lona por años.
Urban Living Lab y Human Smart City son también ejemplos de un nuevo enfoque para el diseño, que se ocupa de la interdisciplina. Los «actores» son la preocupación de este tipo de diseño o, como se conoce, co-diseño. Sobre esta perspectiva, los diseñadores tienen que promover espacios democráticos, diferentes voces, y “diseñar” actividades para que finalmente las instituciones logren mediar, mitigar y resolver los problemas de la gente (Bjorgvinsson et al., 2012). Durante las últimas décadas, el diseño se orientó a moldear las actividades humanas individuales y colectivas (Manzini, 2014). Por un lado, el objeto del diseño se extendió a los servicios y luego a los sistemas tangibles e intangibles. Por el otro, el diseño comenzó a implementarse no sólo en la industria y el comercio, sino también en otras áreas como la salud, la energía, la educación y los sistemas de transporte, la planificación urbana y el desarrollo.
En este sentido, la disciplina es capaz de actuar en la esfera pública y en aquellas áreas que se propongan mejorar aspectos de la vida de las personas. Las principales razones de la emergencia de este tipo de enfoque fueron un fuerte escepticismo generalizado contra los sistemas de gobierno. La sociedad requiere de mayores esfuerzos e ideas innovadoras para hacer frente a los actuales problemas que los estados ni la política pueden resolver. Por otra parte, la realidad obliga a un cambio en las metodologías. Parecen necesarias las nuevas configuraciones de actores, soluciones abiertas y un diálogo constante entre distintas disciplinas que impacten en una sociedad más sustentable. El diseño estratégico que propone Manzini, combina la tradición y las prácticas del denominado diseño participativo y aparece como un camino posible a seguir.
El eje principal de la propuesta de Manzini es crear un diálogo estratégico entre diferentes actores que puedan inspirar y guiar la construcción de una visión “compartida y plural”. Su interés es la constante articulación del conjunto de las relaciones existentes y el desarrollo de “ecosistemas” de naturaleza social, a través de consultorías, empresas, instituciones, gobiernos y asociaciones. Al mismo tiempo, las nuevas perspectivas deben ser capaces de regenerar las visiones locales, para aumentar el interés en torno a temas conflictivos, y para señalar las diferentes formas de concebir y resolver problemas.
Estos procesos son siempre caracterizados por la colaboración, por las ideas abiertas. Así, los enfoques sistémicos y estratégicos adquieren relevancia en el ámbito público, en el que el paradigma de la innovación y los “ecosistemas” de colaboración, son un marco conceptual para hacer frente a un conjunto heterogéneo de problemas: por ejemplo, el transporte público, el medioambiente, el cuidado de ancianos, la educación y la integración de los grupos marginados. De hecho, las prácticas y los servicios de co-diseño que se aplican en estos ecosistemas de colaboración, involucran a la población local y establecen un diálogo entre las fuerzas y los recursos locales, y los mecanismos de gestión urbana (Rizzo et al., 2015).
Estos espacios son, finalmente, “espacios”, también, sociales. Esto significa que ambos tienen una naturaleza física y abstracta: pueden ser objetos concretos como refugios para migrantes, plazas, calles, barrios, así como objetos intangibles, lugares de reunión que funcionan como espacios de preguntas para que un determinado colectivo canalice sus inquietudes. La mediación entre diferentes voces es la posibilidad de acción para el diseño de hoy. De este modo, los diseñadores tienen que centrarse más en el proceso que en el proyecto. Esto significa centrarse en la infraestructura (Karachi, 2014), en anticipar escenarios futuros y en promover la aparición de tales escenarios.
En septiembre de 2016, estará disponible la edición especial de Strategic Design Research Journal, dedicado a explorar estos enfoques. El tema de la revista, precisamente, trata del “Diseño participativo como estrategia para actuar en la ciudad”, y está editada por Chiara Del Gaudio y Giacomo Poderi. Algunas de las preguntas de la presente edición se reúnen a partir de estos interrogantes: ¿Cómo hacer el diseño estratégico, participativo y el diseño de infraestructura? ¿Cuál es el alcance del diseño estratégico? ¿En qué nivel el diseñador debe pensar y actuar? ¿Cuál es la relación entre metadiseño e infrastructuring? ¿Qué tipo de interacciones se dan entre los ciudadanos y las instituciones públicas? ¿Cuáles son los desafíos de las participaciones estratégicas y participativas del diseño de hoy?