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Entrevista con Min-Soo Kim: descolonización, cultura y sociedad

El catedrático Min-Soo Kim de la Universidad Nacional de Seúl, ofrece una breve historia del diseño coreano, al tiempo que descubre las relaciones entre cultura y diseño.

Publicado en diCom 2017

Proyecto de Zaha Hadid para la Dongdaemun Design Plaza, con motivo de la nominación "Seúl Ciudad del Diseño 2010"

Proyecto de Zaha Hadid para la Dongdaemun Design Plaza, con motivo de la nominación «Seúl Ciudad del Diseño 2010»

Eliana Kim: Como pionero de la enseñanza del diseño coreano, usted marcó una tendencia al considerar al «diseño como cultura». ¿Podría definir cuál es su perspectiva culturalista?

Min-Soo Kim: El diseño no es una actividad que decora la vida, sino una acción que hace realidad el encuentro entre «la filosofía y la cultura», que intermedia al ser humano y a la naturaleza. Su sola presencia hace que exista el mundo material, y es su hacer filosófico el que permite la introspección de la razón de ser del mundo. Por lo tanto, creo que el diseño no es solo “un objeto técnico”, sino una transformación de la vida cotidiana, del sujeto y de la comunidad. El diseño como símbolo cultural hace frente a los cambios de la vida al comprender y re-interpretar la realización cultural-histórica del sistema pre-existente para crear y comunicar nuevos símbolos. Sin embargo, en esta perspectiva lo más importante es el hombre, ya que el sujeto es quien asume el papel de hacerlo posible. Por lo tanto, en el contexto histórico-cultural de una comunidad, el diseñador debe tener ciertas características: 1. la perspicacia para observar cuidadosamente los cambios de la actualidad; 2. la apertura de consciencia para encontrar las acciones de bien público; 3. la sensatez para discernir lo justo de lo absurdo; y 4. la sensibilidad para volcar en la vida cotidiana sus emociones con cierta sofisticación.

Cuando todos estos aspectos se integran en una pieza de diseño, esta acción no es una tarea simple. No se reduce solo a la cuestión «del objeto» o «de la gráfica», sino que activa al sujeto vivo que refleja la vida diaria. De este modo, el diseño sobrepasa el orden de lo útil y se convierte en una actividad de realización filosófica que trata la esencia de la vida.

EK: En sus textos, usted aborda el tema de la identidad del diseño coreano. Específicamente, explica que Corea del Sur no conoce realmente cuál es su identidad. ¿Usted cree que el diseño coreano posee una identidad propia?

MK: Si soy optimista, la identidad del diseño coreano se encuentra “en marcha”… Y si soy pesimista, no creo que la identidad coreana esté todavía claramente consolidada. En la actualidad, Corea atraviesa su etapa de modernización temprana, luego de la etapa de la Colonia Japonesa (1910-1945), un momento en el que los valores culturales-históricos propios fueron gravemente dañados y deformados. Si bien Corea fue liberada en 1945, no logró aún emanciparse totalmente de ciertos resabios de la dependencia colonial en cuanto al régimen institucional, educacional y estético, entre otros. Esta coyuntura, implicó un proceso de urbanización y una industrialización forzada por un crecimiento económico acelerado. Motivo por el cual, en distintos ámbitos de la política, de la economía, de la cultura, del arte al diseño urbano, industrial, gráfico y de moda, se persiguió una imagen de la modernidad y se le dio importancia a las formalidades sin entender la modernización en sí misma.

Además, la estructura industrial, se realizó en base a una política de crecimiento acelerado. Sumado a este, la política del cómo “enriquecerse rápidamente” se apoyó en las grandes empresas que se impusieron a las medianas y pequeñas y generaron un serio desequilibro en el sistema. Este fenómeno impidió que el diseño no se pusiera en práctica con verdadera potencia. Algunos historiadores, sostienen que la identidad del diseño coreano es el mismísimo espectáculo cultural que tuvo que constituirse inevitablemente en dicho proceso de aceleración constante. Sin embargo, en este devenir se perfiló una identidad cultural que todavía necesita tiempo hasta que se perfile como un rasgo homogéneo e identificable.

EK: Si usted pudiese definir y caracterizar al diseño coreano en tres conceptos que expliquen la identidad nacional ¿cuáles eligiría?

MK: En mi opinión, tomaría: 1. Reacción instantánea y gran capacidad de adaptación, 2. Afinidad para captar aquello que está de moda y que emerge como tendencia e innovación y 3. Cierto styling superficial.

Cartel para la seguridad vial, Kim Young Kil, 1950

Cartel para la seguridad vial, Kim Young Kil, 1950

EK: En 2010, la capital de Corea del Sur fue nombrada «Ciudad del Diseño» por el ICSID (International Council of Societies of Industrial Design). ¿Usted piensa que Seúl mereció esta distinción?

MK: Como miembro de la comunidad del diseño coreano, que el diseño abunde es siempre una buena noticia. No obstante, soy escéptico acerca del nombramiento de Seúl como “Ciudad del Diseño” o “Capital del Diseño”. En mi opinión, este título refiere a una ciudad que necesariamente provea de una mejor calidad de su diseño, sino que refiere al diseño desde un nivel expositivo, como resultado de una política de instrumentalización. El nombramiento de Seúl, no surgió de una política activa de urbanización, sino más bien como parte de un plan político-tecnológico para hacer realidad la ambición del intendente de turno. La ciudad es un organismo vivo. La ciudad deber ser sostenible y capaz de garantizar la continuidad de la vida y del cuidando, y más aún, capaz de captar las huellas del tiempo. Por lo tanto, el diseño urbano no debería caer en el esquema de “desarrollar por desarrollar”. Actualmente, las ciudades coreanas están desesperadas por establecer nuevos departamentos de diseño urbano o diseño público, una acción acelerada que solo busca convertirlas en productos de marca.

Como resultado, se está descuidando el sentido original que tiene el «habitar histórico», las viviendas antiguas. Asimismo, el desarrollo y la reconstrucción imprudente que solo embellece o «encubre a través del diseño”, provoca entre otras situaciones, la disolución de la identidad histórico-cultural. Algunas ciudades, jaqueadas por el exceso de un exacerbado desarrollo industrial, finalmente se declaran en moratoria. Las compañías pueden quebrar, pero el hábitat, no. Sin embargo, actualmente dentro del sistema neocapitalista, el pensamiento de que la ciudad también es «una empresa», impera entre los políticos coreanos.

Sin embargo, estas acciones sin una adecuada canalización histórico-cultural, pueden poner en riesgo la sustentabilidad de las ciudades. Para poner en práctica el diseño urbano, debemos ser meticulosos como un cirujano plástico. El peligro de que el diseño sea realizado desde la perspectiva de la tecnología-política es un objeto seductor, pero que puede quedar en un plano superficial. Cuando la ciudad se convierte en un objeto y adquiere una vistosa imagen de marca, interrumpe la lógica entre el sentido de la ciudad misma y el sentido de la tarea realizada. No hay que utilizar al diseño de manera errónea. Por lo tanto, la decisión de «diseñar a Seúl» —una ciudad que es antigua, con seiscientos años de historia—, y diferenciarla “en vano” y luego nombrarla “la ciudad del diseño”, no creo que sea del todo correcta. Considero que necesitamos una operación meticulosa que apunte hacia las nuevas posibilidades de comunicación, al respetar las antiguas capas geológicas e históricas que se advierten en las huellas del tiempo.

Años sesenta. Diseño industrial: refrigerador, GR-120, 1965 (izq.). Poster de la Korea Oil Corporation, Park Jae Jin, Kim Han Yong, 1969

Años sesenta. Diseño industrial: refrigerador, GR-120, 1965 (izq.). Poster de la Korea Oil Corporation, Park Jae Jin, Kim Han Yong, 1969 (der.)

EK: Usted se encuentra a cargo de diferentes actividades académicas relacionadas con en el Departamento de Design History and Cultural Studies de la Seoul National University. ¿Cuáles fueron los momentos más difíciles y cuáles los más satisfactorios en su paso por el Departamento?

MK: Hasta principios de 1990, la sociedad coreana entendía al diseño como una «estrategia comercial» que era funcional a cualquier sociedad capitalista, como herramienta para incrementar el precio relacionado con la producción y la comercialización o entendida en términos de servicio. Por este motivo, el contenido metodológico estaba consolidado tanto en el mundo académico (obviamente) como en la Universidad. Por otro lado, el periodismo impulsado por las revistas especializadas dedican la mayor parte de su tiempo a difundir las noticias de Occidente y a dar a conocer únicamente los ejemplos que han sido exitosos en los países centrales. De este modo, en el campo académico local, el diseño casi no se ha cuestionado sobre las indagaciones fundamentales al interior de su disciplina. Por ejemplo, preguntas tales como ¿qué es el diseño? ¿qué lo motiva? ¿por qué se diseña? ¿qué relación tiene el diseño cultural-social con la vida cotidiana? ¿cómo funciona en la cultura? ¿hacia dónde debe apuntar?, entre otras preguntas.

Para contestar estas cuestiones, en 1997 presenté mi libro La búsqueda del diseño del siglo XXI: Diseño, Cultura, Dialéctica simbólica. Ese fue un punto de inflexión en el que se abrió un debate en los medios y en la sociedad y la comunidad científica que reposicionó al conocimiento del diseño como cultura. Procesos como este, optaron por dejar atrás la idea única del «diseño comercial», en pos de un “diseño cultural”. Como resultado, en 1999 el gobierno construyó el museo del diseño y recientemente en 2013, el National Museum of Modern and Contemporary Art (NMCA), dispone de una muestra permanente de diseño, en la que la vertiente cultural es sostenida como desición estratégica. No obstante, sostengo que el diseño cultural no es tan solo un tipo de «obra de arte» que se expone como un «animal dentro de un museo». Me refiero a una cultura viviente. Veo al diseño como un Jinmaekjeom —puntos específicos del cuerpo en donde fluye la energía; en acupuntura es el lugar en donde se toma el pulso para la diagnosis del paciente— por el cual se puede estimar el nivel de vida y cultural de una sociedad.

Museo del Diseño, Seúl 2010

Museo del Diseño, Seúl 2010

El diseñar, va más allá del mero “planeamiento intencionado” para hacer un producto, un lugar o una imagen: es un hacer operar sobre la vida cotidiana, que reinterpreta y crea un imaginario social-cultural. Por lo tanto, si bien el diseño puede ser exhibido en un museo, su contenido y su formato deben ser, obviamente, diferentes a una muestra de arte. En cuanto a su contenido, debe estar directamente conectado con la vida cotidiana y debe observar la realidad de la cotidianeidad que rodea a los productos, lugares e imágenes y destacar su cultura. En la actualidad, las exposiciones de diseño son más numerosas en la sociedad coreana, por eso estimo que surgirán más debates que fortalezcan la discusión entre “diseño y arte”.

En este sentido, el diseño debe ser oficialmente anunciado como “el decimo arte”, ya que se trata del “arte de la cotidianeidad”, es decir, un género mucho más común que la historieta, por ejemplo, que es considerada como “el noveno arte”. El mundo ya reconoce el posicionamiento de la historieta, también el de la televisión y el cine. Aunque se debe decir que en este punto, discutir si el diseño es o no un arte, es un debate agotado. Hoy, la aspiración del diseño por ser un arte capaz de ser exhibido en un museo se limita solo al estatuto elitista del pasado, el que solo lo entiende como el “arte por el arte”, en vez de asumirse como un “life-like Art”. Este último, un enfoque potente capaz de reflejar la cultura popular y la realidad. De esta manera, el diseño es aquello que brinda «emoción» a la vida diaria, que eleva el nivel de vida socio-cultural. En este sentido, “un decimo arte” es el que produce, existe y comunica la emoción de manera diferente a otras expresiones.

Diseño industrial: teléfonos y radios, 1974

Diseño industrial: teléfonos y radios, 1974

EK: Existe un gran desconocimiento por parte de los países latinoamericanos sobre el diseño coreano. ¿Podría realizar una breve presentación historiográfica de los hechos más representantes de su historia?

MK: En el siglo XIX, las potencias del mundo empezaron a interesarse por Corea. Desde entonces, Corea es «relatada» desde el punto de vista de los “otros”. Para ellos, Corea era una “nación ermitaña” o una “silenciosa tierra del sol”, una península que estaba cerrada y aislada del mundo. Sin embargo, en los estudios de historia antigua, Corea, desde el siglo X a.C. hasta los siglos IV y VII d.C., fue un territorio extenso que desplegaba una gran variedad de actividades, volviéndose un actor clave en el continente asiático. Originariamente, la cultura coreana no estaba cerrada, sino más bien abierta, permeada a las otras regiones limítrofes. En este punto, si bien Corea, a un nivel general puede presentar similitudes con China y Japón, también posee diferencias claras. La cultura coreana absorve de las culturas foráneas y crea la propia a través de la selección y generación de sus propios contenidos. Por ejemplo, el diseño del alfabeto coreano Hangul es uno de los casos originales de esta historia de la cultura universal que se desarrolló durante este período.

El Hangul fue diseñado por el rey SeJong en 1446. En aquel momento, SeJong manifestó en su manuscrito Hunminjeongeum, que “nuestro idioma es distinto de la escritura china Hanja y nuestro pueblo no logra transmitir claramente su significado. Por eso, debemos crear un nuevo alfabeto para que la gente pueda utilizarlo cómodamente en la vida diaria”. De este modo, SeJong reveló el propósito del primer diseño tipográfico nacional. Este hecho, muestra una creatividad latente en el reconocimiento del “Yo coreano” a través del “Otro”. En otras palabras, la aceptación del Hanja trajo aparejada la compresión de la diferencia entre el habla coreana y china.

El alfabeto coreano fue una escritura original, un diseño a través del análisis científico de la “expresión” del sistema de pronunciación y de la forma de modulación del idioma. No obstante, en la historia moderna de nuestro país, la dominación colonial producida por el imperialismo japonés fue un período desafortunado en el cual la identidad local tuvo que trastocarse por la fuerza de la hegemonía japonesa. Además, luego de la independencia, la cultura y el lifestyle americano —que ingresó al país luego del Armisticio de 1951 que alcanzó la paz entre Corea del Norte y Corea del Sur— sin ninguna restricción. En 1960, el gobierno coreano impulsó el plan de desarrollo nacional —conocido también como el Milagro del Río Han— que resultó en una desenfrenada industrialización y urbanización.

Alfabeto Hangul, ideado por el rey Sejong, siglo XV

Alfabeto Hangul, ideado por el rey Sejong, siglo XV

En este proceso, la modernización luego de la independencia fue una directiva del gobierno, orientada a la industria y a la economía. En este contexto, el diseño fue una herramienta calve para la rápida industrialización del país que por entonces, arrastrado por la velocidad del crecimiento extremo, no aportó la reflexión ideológica o filosofía profunda que hubiera requerido.

EK: ¿Cómo fueron las últimas décadas luego del plan de modernización nacional de los años sesenta?

MK: En estos años, un hecho central fueron las Olimpíadas de Seúl de 1988. Este evento fue el principio de un cambio que posibilitó integrar todas las actividades del área del diseño, desde la identidad corporativa, la señalética, el urbanismo, etc. Durante las Olimpíadas, existió un debate fuerte sobre cuál sería la identidad cultural del país de cara al mundo. Además de la etapa que se remonta a la «modernización imperialista”, se empezaron a elevar las voces sobre la necesidad de “reflexión acerca del rol cultural del diseño para crear un regionalismo cultural especial”. Aún así, este tipo de debate era más bien conceptual y superficial. Para entonces, la cuestión acerca de qué es realmente la “coreanidad”, finalmente no se había debatido totalmente en el terreno del diseño.

No obstante, la autoconciencia del diseño producido antes y después de las Olimpíadas dio a conocer un nuevo aspecto del diseño coreano posterior a los años noventa. A fines de los años ochenta, los años posteriores al evento deportivo, se experimentó un gran crecimiento económico, aumentaron los ingresos per capita que hicieron posible el crecimiento del nivel promedio de educación y de la nueva clase media que fue cambiando rápidamente acorde al sistema de un país desarrollado.

Diseño de la mascota Hodori y emblema de las olimpíadas de Seúl 88

Diseño de la mascota Hodori y emblema de las olimpíadas de Seúl 88

Por entonces, comenzaron a vislumbrarse la industrialización que había sido impulsada bajo la enérgica tutela del Estado. Sin embargo, los problemas entre empresas y sindicatos, el transporte y la cuestión ambiental empezaron a manifestarse como grandes conflictos sociales. Desde entonces, el diseño de productos se extendió y alcanzó las cuestiones del gusto y del estilo de vida. Por ejemplo, a fines de 1980 el teléfono alcanzó a dos familias coreanas sobrepasando el 100 % de las expectativas, las compañías telefónicas emprendieron diferentes campañas para promover la instalación de sus productos en forma masiva. La popularidad del teléfono no solo aumentó las redes telefónicas, sino también instaló en el consumidor el nuevo sentido de “la búsqueda del gusto” que resultó en el debut de diferentes productos y grandes publicidades masivas.

EK: ¿Y cómo ingresó la cultura de las computadoras en un país como Corea, que vio nacer a Samsung, líder en telefonía celular?

MK: Desde 1990, se dio la integración formal de la computadora, un hecho que introdujo un nuevo campo para el diseño. Además, con la impresión digital comenzó a desplegarse la era de la tipografía digital. Gracias a este evento muchos diseñadores se lanzaron al diseño tipográfico y de este modo, se formalizó el mercado tipográfico digital. Asimismo, esta formalización trajo aparejado el inicio de una división gradual entre el tradicional diseño gráfico analógico y el diseño digital o el diseño de información tecnológica de los nuevos medios. Las empresas empezaron a lanzarse al cyber marketing que sirvió a los nuevos medios y permitió el desarrollo de una nueva generación de diseñadores multimedia y diseñadores web. Llegado el 2000, la sociedad coreana atravesó una gran crisis inflacionaria que obligó a una economía de emergencia, pero con un aumento del nivel educativo, de la difusión de Internet, de la construcción de industrias químicas, de la ingeniería naval y de la instalación de industrias de acero inoxidable, entre otras, que posicionaron al país entre uno de los más desarrollados del mundo.

Diseño industrial: casetera para audio Daewo y Goldstar y primeros teléfonos celulares Samsung, 1980

Diseño industrial: casetera para audio Daewo y Goldstar y primeros teléfonos celulares Samsung, 1980

Estas transformaciones, permitieron la emergencia de empresas internacionales como Samsung, LG y Hyundai capaces de encabezar el mercado mundial con el diseño de sus automóviles, celulares, televisores, entre otros productos. Sin embargo, con una economía cosmopolita devenida del neoliberalismo, nos encontramos en una situación en la que es muy difícil prever cuán sustentable es el futuro del diseño apoyado únicamente en estas empresas multinacionales. En medio de esta vorágine, el rápido crecimiento económico de países limítrofes como China pronostican un cambio. En mi opinión, el rumbo que el diseño coreano debe tomar es la férrea razón de volver a la esencia de sus valores —un aspecto bastante ignorado— para volver al espíritu del artesano propio de la cultura coreana.

EK: Finalmente, el Milagro del Río Han, un suceso especial que hizo de Corea del Sur la potencia que es en la actualidad ¿es tan especial como su diseño?

MK: Hasta ahora, Corea fue especial en todo sentido, es un caso sin precedentes. Se trata de un país que pasó a ser —en solo cuarenta años—, de un país subdesarrollado a uno desarrollado. Sin embargo, la otra cara del acelerado crecimiento superficial, dejó pendiente problemas históricos-sociales relacionados con la identidad del diseño cultural y su filosofía. Estos asuntos deben ser las grandes tareas que deba resolver el diseño coreano. Solo así podrá determinar su identidad. Es tiempo de que el diseño coreano —como sistema simbólico social y cultural— se comprometa con la vida de las personas: por un lado, tiene que reflexionar seriamente sobre sus fundamentos y sobre la descolonización de la falsa cultura; por el otro, tiene que encontrar el sentido y el valor de lo público. Y sobre todo poner en práctica esta reflexión…